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AME A SU HIJO PERO CON AUTORIDAD

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La mala crianza de un niño no solo podría causar problemas en la familia, sino también en la sociedad. Lo dice Jorge Eslava, director del Instituto Colombiano de Neurociencias, quien recientemente dio una conferencia sobre el tema en el Teatro 8 de Junio, de la U. de Caldas.
Eslava, neurólogo de niños, cuenta que no fijar límites de comportamiento es la razón, en parte, de la delincuencia juvenil. "La condición llamada trastorno disocial de la conducta define a estos niños que actúan de manera conflictiva, actitud aprendida, en algunos casos, durante la infancia", señala.
Criar a un hijo no es fácil. Hay padres que no se preparan y optan por una forma intuitiva de hacerlo, en la que solucionan los inconvenientes como creen a medida que se les presentan. Es mejor conocer claves efectivas para corregirlo y no hacerle un daño creyendo que se le hace un bien.
No se trata de pegarle, gritarle o someterlo a castigos severos, sino de inculcar un estilo de vida que no atente contra el bienestar de los demás. LA PATRIA habló con Eslava sobre la crianza.
¿Para qué conocer estas claves?
Para ayudar a los padres a transitar ese camino difícil de equilibrar entre el amor y los límites. El amor debe ser el eje central de la familia, el norte que guía sus proyectos. Por otro lado es necesario que los niños incorporen una metodología de los límites. Esto les ayudará a entender que no están solos en el mundo, que hay otros y que la existencia de esos otros exige que se reconozcan y se valoren para establecer unos límites de comportamiento.
¿Hay familias que lo tienen claro?
Hay hogares en los que ese equilibrio fluye fácilmente, es decir, padres que no encuentran contradicción en ser amorosos y firmes. Hay otros en los que no, pues los progenitores no hallan el camino para combinar los dos elementos. Cuando eso pasa hay dificultades en la crianza, que terminan con pequeños emperadores de la galaxia, o sea, niños muy descontrolados y conflictivos que dañan a los demás, pero que, en últimas, se vulneran a sí mismos.
¿Qué consecuencias trae una mala crianza?
Los niños se vuelven personas disociales, que no son armónicos con el mundo. Esto se presenta a cualquier nivel: desde niños de primero hasta personas adultas. En ocasiones se vuelven delincuentes. Lo que yo hago es tratar de ayudar a los padres, en la medida de lo posible, a equilibrar la balanza del amor y los límites.
¿La solución es el castigo?
No se trata de castigarlos. Cuando hablo de límites el bombillo que se le prende a la gente es el del castigo y del premio. Ambas son estrategias muy pobres e inútiles. Hablo del castigo en general, pero más el castigo físico. La pedagogía de los límites ayuda a los niños a que entiendan lo que deben hacer y lo que no. Ejemplo: cuando una maestra entra a clase y dice: "niños, buenos días", pues ellos contestan. Si un niño no lo hace, la maestra se le para al frente y le dice: "Camilo, buenos días" hasta que entienda que debe saludar cuando la maestra lo haga. Si esto se hace constantemente y con una figura de autoridad, a la vuelta de varios días Camilo dirá buenos días en coro con sus compañeros de clase.
¿Cuál es la clave de la estrategia?
A Camilo no lo castigamos ni física, ni psicológicamente. No le prometimos una sanción, ni un premio. Le hicimos entender lo que tenía que hacer. Esa es la clave. Es un detalle tonto, chiquito, pero como ese hay otros ejemplos en los que podemos ayudar a los niños a conocer los límites de su comportamiento.
¿Qué ocurre si no funciona?
Si hecho esto el niño sigue presentando problemas podría tener problemas de aprendizaje, asociados, por ejemplo, al síndrome deficitario atencional con hiperactividad. En ese caso lo prudente es una consulta especializada.
¿Es malo ser laxo con todo lo que haga el niño?
Ser permisivo trae malas consecuencias. Los niños no son malvados, pero aprenden. Si un padre le permite hacer cualquier cosa, el pequeño se enseña a eso. Si aprende que le puede pegar a la mamá sin recibir una recriminación, pues aprende que esta conducta es apropiada. No es malvado, simplemente es alguien que aprendió. Cuando crece aparecen los problemas, pues cree que puede hacerlo con los demás.
¿Puede convertirse en un problema social?
Claro. Los delincuentes se comportan de forma disocial y esto lo aprenden, en muchos casos, en la infancia. Hace años los niños infractores eran escasos, así como los niveles de delincuencia juvenil. Hoy es la regla, más que la excepción. Hace dos años se habló de una cifra del 65% de delincuencia infantil en una reunión de alcaldes del país. Si se revisan las estadísticas criminales de Transmilenio, en Bogotá, se notará que muchos actos son cometidos por niños. Preocupa.

Más consejos
1. Un ejemplo vale más que mil sermones
Los niños tienden a imitar, desde pequeños, las buenas y malas conductas de los padres.
2. Comunicación, diálogo y comprensión
Hable con su hijo. Pregúntele su opinión. Así se le demuestra que es tenido en cuenta.
3. Que experimente
Permítale al niño explorar el mundo Si se equivoca, tiene que estar ahí para cuidarlo física y emocionalmente.
4. No compare ni descalifique
Elimine frases como "aprende de tu hermano", pues harán sentir al niño que no sirve para nada.
5. Reconozca que se equivocó
Tiene derecho a equivocarse, lo que no significa que sea mal padre. Lo importante es reconocer los errores y aprender.

Tomados de www.serpadres.es.
Organizadores
La conferencia de Jorge Eslava la organizaron la Red PaPaz con el apoyo del ICBF, la U. de Caldas y los colegios de Aspaen Manizales Preescolar Urapanes, Gimnasio Los Cerezos, Gimnasio Horizontes,  Gimnasio la Consolata.


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